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Adrián García Peña | Pablo Iglesias Posse (Ferrol, 1850 – Madrid, 1925) —obrero tipógrafo, fundador del Partido Socialista Obrero Español y de la Unión General de Trabajadores— tuvo una larga y trabajosa vida. Sus más que narradas hazañas políticas no serán el objeto de este artículo, sino su papel como director de El Socialista, órgano de difusión y propaganda del PSOE. Específicamente se hará referencia a una sección, escrita por él entre 1887 y 1891, titulada «Víctimas de la explotación y de la miseria». En ella, como si de un parte de guerra del bando proletario se tratase, recogía Iglesias las desgracias de la población más humilde, gente anónima en la mayoría de los casos que se dejó la salud o la vida en el ejercicio de su pobreza. Vayamos al grano con algunos ejemplos:
“En una fábrica de botones de Hostafrancs hizo explosión una botella que contenía ácido sulfúrico, alcanzando el líquido a dos operarios, padre e hija, los cuales sufrieron gravísimas quemaduras, especialmente la segunda.
—En el Campillo de las Vistillas se cayeron de una escalera dos sujetos que estaban componiendo un farol, causándose varias heridas.
—En la mina «San Adriano», en Linares, un barreno mató a un obrero, destrozándole la cabeza y la parte superior del cuerpo.
—Un niño de siete años, que trabajaba en un taller de cerrajería, en Barcelona, sufrió una grave herida en una mano”.
(El Socialista, 13 de julio de 1888).
“En la calle de Canarias, desde un andamio de una casa en construcción cayó un albañil de 19 años, produciéndose una contusión en el vientre de carácter grave.
—En un molino harinero de Ruzafa (Valencia) ha ocurrido una explosión. Al lado de la caldera que estalló se hallaban descansando tres operarios, de los cuales uno ha muerto y los otros dos están gravemente heridos.
—En una fábrica de la calle Martín de Vargas, una máquina cogió a un operario y le produjo lesiones en la mano izquierda.
—A consecuencia de un fuerte temporal ha naufragado una lancha pescadora de Bermeo, pereciendo los seis hombres que la tripulaban.
—En la línea férrea en construcción de Puente Genil a Linares se desprendió un trozo de pared, cogiendo a tres obreros debajo, de los cuales dos resultaron muertos y el otro gravemente herido.
—Hace unos días se arrojó a la ría de San Sebastián una anciana de 71 años, a quien libró de la muerte un generoso joven que la sacó del agua.
La infeliz atentó contra su existencia por haber sido arrojada de su domicilio, cuyo alquiler no podía pagar.
—En Burgos, en una obra contigua al Hospital de San Juan, se hundió un andamio en que trabajaban tres obreros, viniendo estos al suelo. Uno de ellos, sobre el cual cayó una repisa que estaban subiendo, ha muerto en el acto, y los otros dos han resultado heridos.
—De un andamio de las obras de la Biblioteca Nacional se cayó un albañil de 39 años, fracturándose la pierna derecha y recibiendo varias contusiones de gravedad, por lo que fue conducido al hospital.
Con motivo de un choque de trenes ocurrido en la línea férrea de Génova a Ventimiglia, ha resultado muerto un empleado de la misma línea y otro herido”.
(El Socialista, 1 de noviembre de 1889).
“En Valladolid, un guardafreno ha sido arrollado por un tren, quedando muerto en el acto.
—En el término de Elche (Alicante) ha sido encontrado el cadáver de un hombre que, según los facultativos, ha muerto de frío y extenuación.
—Según le escriben de Puenteareas a El Eco de Navarra, ha muerto de hambre el maestro de escuela de Sabajanes, cuyo sueldo era de 250 pesetas, de las cuales se le adeudaban 125 correspondientes a un semestre. La carta añade que la familia ha muerto por falta de recursos.
—En Arenillas (Palencia) ha sido encontrado helado un mendigo de 76 años.
—Hacía varios días que no se abría la puerta de una buhardilla de la casa núm. 6 de la calle de la Arganzuela. Enterados sus vecinos, dieron cuenta al Juzgado de guardia, y éste ordenó franquear la puerta, hallando el cadáver de la inquilina, llamada Manuela Méndez.
—El tren núm. 4 de la línea del Mediodía arrolló en el kilómetro núm. 4 a un hombre, que quedó muerto en el acto.
—En el paso a nivel de Ciempozuelos, un carretero fue cogido por el mismo vehículo que conducía, muriendo instantáneamente.
En la construcción de un magnífico puente sobre el Ohio (Estados Unidos) ha ocurrido una terrible catástrofe. A consecuencia del derrumbamiento de una gran pieza de hierro quedaron aplastados 14 operarios”.
(El Socialista, 17 de enero de 1890).
Ante este panorama desolador, había quien culpaba a los obreros de su infortunio. Así contestó Iglesias a El Porvenir Vascongado por hacer tal insinuación:
“No negamos que algún trabajador sea víctima de su temeridad o arrojo; pero en la inmensa mayoría de los casos el origen de aquellos accidentes está en la avaricia de los fabricantes y contratistas, que por ahorrarse algunas pesetas, no emplean buen andamiaje, ni suprimen ciertas operaciones peligrosas, ni cuidan de que las máquinas no puedan hacer daño a los que están cerca de ellas, no tienen el personal suficiente para vigilar el funcionamiento de las mismas, ni las reparan o renuevan cuando se deterioran o están inservibles” («Cómo se nos combate». El Socialista, 12 de julio de 1889).
Más de 130 años han pasado desde que estos hechos tuvieron lugar. Aunque la legislación y las condiciones laborales son distintas en la España de hoy, de estar vivo, Iglesias podría seguir dedicando líneas a las víctimas de la explotación y de la miseria.
Adrián García Peña
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