Hoy, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, reivindicamos:
1) Feminismo de la igualdad. Subrayar la imprescindible vocación universalista frente a todas las derivas identitarias. No se trata de crear guetos de la identidad ni dinámicas autorreferenciales, sino de incorporar a todas las mujeres explotadas y discriminadas a una condición real y plena de ciudadanía.
2) La mirada de emancipación no puede pasar por alto la situación de explotación ligada a la clase social de muchas mujeres. Hay que legislar para garantizar condiciones de vida dignas de todas las mujeres de clase trabajadora que sufren la explotación laboral de forma descarnada, recordado que cuando se trata de mujeres inmigrantes estas situaciones ocurren, con frecuencia, con plena indefensión y desamparo. Es esencial aportar esta perspectiva en un tiempo de políticas neoliberales que destrozan los derechos sociales y vacían de contenido emancipatorio algunas propuestas presuntamente feministas de la izquierda oficial.
3) Oponerse a las políticas que caen en el mito de la libre elección para blanquear la explotación sexual, los vientres de alquiler o las recientes leyes de identidad que confunden realidades materiales con planos subjetivos que no pueden ser filtro de derechos.
4) El laicismo es un presupuesto básico de nuestra posición universalista y la mejor garantía de emancipación de las mujeres como ciudadanas de pleno derecho. Nos oponemos a cualquier justificación religiosa de la explotación de la mujer y prestamos especial atención a las víctimas de los patriarcados de coerción. Reivindicamos un feminismo plenamente secular.
5) Legislar para proteger a las víctimas de violencia sexual exige seriedad y no populismo legislativo ni punitivo. La protección activa de las víctimas puede y debe ser compatible con el respeto a los fundamentos del Estado de Derecho, innegociables para una verdadera democracia.
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Punto número 4: Creo que mucho circunloquio; mucho relativismo en el lenguaje, para no llamar a esas religiones, fundamentalmente una, por su nombre.
Cierto, doctrina queer e islamismo son dos de las amenazas más evidentes para la mujer en Occidente. Una pseudo religión laica y posmoderna, y la visión arcaica de otra, a la que la izquierda woke no presta la atención necesaria en aras de una malentendida tolerancia multicultural. Oscuros tiempos para la razón…