
Barcelona
El responsable y buen ciudadano debe seguir aún las leyes malas para no estimular al irresponsable y mal ciudadano a violar las leyes buenas
Sócrates
Antonio Francisco Ordoñez | La Fiesta Mayor de Gracia, que tiene lugar a mediados de agosto, venía siendo la fiesta más popular de la ciudad de Barcelona. Las calles se ornamentan con espectaculares adornos preparados por los propios vecinos durante meses, que luchan por obtener el premio a la calle mejor decorada.
Sin embargo, de unos años para acá el uso de la misma por intereses partidistas nacionalistas han ahogado lo que era la fiesta de todos los barceloneses; principalmente la de aquellos que, por unas razones u otras, tenían que lidiar con la humedad de una ciudad portuaria y sus altas temperaturas en el largo mes de agosto.
Ahora, como todo en Cataluña, ha pasado a ser un instrumento de las reivindicaciones de un segmento muy concreto de la ciudad, minoritario pero que hace mucho ruido. La xenofobia, el fanatismo y la exclusión del disidente son sus señas de identidad.
Son precisamente aquellos que boicotearon en su día a la escritora Elvira Lindo o al escritor Javier Pérez Andújar como pregoneros de las fiestas de la Mercè, la Fiesta Mayor de Barcelona; porque los “otros catalanes” sufren la marginación y son considerados políticamente incorrectos por las instituciones catalanas hegemonizadas por los sectores nacionalistas. Dicen representar a Cataluña pero segregan a los catalanes que no comparten su ideología.
En esta tesitura, este año 2021, la alcaldía de Barcelona que ostenta Ada Colau ha elegido para realizar el pregón de las mismas a Jordi Cuixart, presidente de la asociación secesionista Òmnium Cultural, recientemente indultado tras haber sido condenado por sedición por el Procés.
Lo peor de todo ha sido conocer las razones que han llevado a los Comuns (los socios de la sucursal podemita en Cataluña) para ello: lo consideran la persona idónea por encarnar “los valores de la ciudadanía”. “Creíamos que Jordi Cuixart, que toda su vida ha luchado a favor de derechos y libertades, era una persona apropiada”.
Creía que los valores tradicionales de la ciudadanía de Barcelona venían definidos por la libertad, la igualdad, la justicia, la tolerancia, la solidaridad…entre otros; valores universales, que por eso han permanecido en la conciencia de la humanidad durante siglos. Valores que nos ayudan a establecer un puente entre las necesidades que tenemos y nuestra realidad.
Parece que los valores a los que se refería el concejal Badía al justificar el pregón de Cuixart son los “valores (solo) de la ciudadanía nacionalista”; aquella que niega el pan y la sal a sus conciudadanos que no piensan como ellos, la que utiliza el espacio público a su gusto imponiendo entre otras cosas una lengua y una cultura, la que se apropia de las calles al grito de els carrers serán sempre nostres (las calles serán siempre nuestras), la que incumple las resoluciones judiciales, la que tuerce los conceptos y crea de nuevos cuando le conviene (derecho a decidir, lengua propia, …), la que se apropia torticeramente de los símbolos nacionales e internacionales de todos por motivos espurios (tumba de Machado, luchas legítimas como las de Mandela o Gandhi…), la que recibe una lluvia de recursos públicos en forma de subvenciones y favores; la que, en definitiva, no solo niega su propia existencia a la parte de la ciudadanía ajena a sus delirios sino que la insulta de la forma más sonora y burda posible a través del altavoz que le prestan los medios públicos de comunicación-propaganda sufragados por todos los ciudadanos de Cataluña al grito de “Puta España”.
A Cuixart, ese pobre hombre, no merece la pena dedicarle ni un párrafo; lo que pueda decir en ese pregón para el que pido el boicot de todos los barceloneses dignos y sensatos, no me importa en absoluto, pues, ya conocemos su catecismo y sus homilías. Me remito, para conocerlo, a las actuaciones judiciales de la Causa Especial 20907/2017 que llevó a su condena criminal por delito de sedición mediante Sentencia del Tribunal Supremo de 14 de octubre de 2019.
El 22 de junio de 2021 el Gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos presidido por Pedro Sánchez lo indultó pese a su promesa de reincidir.
Si los nuevos “valores de ciudadanía” son los que representa ese mal ciudadano que es Cuixart y son acogidos con satisfacción por nuestro Ayuntamiento de Barcelona es que la ciudad que me vio nacer ya no la reconozco como propia. Toca frenarlos antes de que nos expulsen a todos los que no comulgamos con su religión falsaria.
Antonio Francisco Ordoñez
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1 thought on “Cuixart, de entrada no”