La izquierda actual “ha apostado por la peor idea de democracia, la democracia de mercado, del pan y fútbol, alejada del compromiso con la razón y la deliberación, del ideal republicano clásico, según el cual las preferencias son objeto de criba y revisión a la luz de los mejores argumentos. La izquierda reaccionaria toma las preferencias de los votantes como dadas y se entrega a cebarlas”. Con esta valiosa reflexión nos deleita Félix Ovejero en el epílogo que cierra el no menos valioso ensayo firmado por Guillermo del Valle (La Izquierda Traicionada, 2023, Península).
En su epílogo, Ovejero critica el respaldo que brindó la izquierda al programa de televisión Sálvame durante el pasado verano, cuando su emisión fue cancelada después de catorce años. Considera esta (im)postura como el ejemplo paradigmático de abandono de los principios emancipadores y de libertad que han caracterizado históricamente a la izquierda clásica, hoy lamentablemente extinta. Apelar a “la cultura popular” para defender un producto de consumo tan zafio como Sálvame, programa consistente en explotar nuestros instintos más bajos, puede parecer irrelevante, un error menor. Sin embargo, refleja una visión del mundo profundamente conservadora; una concepción de la ciudadanía como condición estanca, sin capacidad de cambio, no digamos ya de mejora.
Esta visión, que no es sino una excusa para resignarse a la alienación, encuentra su traducción más inmediata en la forma de hacer política. En vez de tratar de transmitir a la ciudadanía que hay pocas políticas económicas pareto-eficientes que no supongan un trade-off, que no tengan una cara y una cruz, en definitiva, que nada es gratis, se aboga por la política Imagine, el pensamiento Alicia, el bálsamo de Fierabrás. Más allá de alguna que otra recomendación cosmética, hay una completa ausencia de voluntad por parte de la clase política para explicar a los ciudadanos que casi toda medida tiene sus luces y sombras. Al igual que con Sálvame, el viejo y noble ideal de la emancipación humana muere para dejar paso al conformismo más decadente.
Para verlo nítidamente con un ejemplo, retrocedamos al año 2021, cuando el Banco de España (BdE) hizo público un documento en el que se analizaba el efecto que había tenido sobre el empleo la subida del 22% del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) del año 2019. Entre las principales conclusiones del trabajo se destacaba una pérdida de empleo neta de los trabajadores directamente afectados de entre 6 y 11 puntos porcentuales. Poco importó que prácticamente la totalidad de estudios anteriores, aplicados al caso de España, ya hubiesen documentado efectos negativos del SMI sobre el empleo. Tampoco que la desaceleración en la creación de empleo fuese patente tanto en la Contabilidad Nacional como en la Encuesta de Población Activa. Qué decir de las precauciones que tomaron los autores al advertir que aquello no suponía de ningún modo una “evaluación global del SMI” y que su análisis constaba de una serie de limitaciones que había que tener en cuenta. El caso es que los resultados no fueron del agrado del Gobierno y pronto se pasó al ataque frontal, al descrédito de las instituciones, lo cual, dicho sea de paso, ha sido una constante de la legislatura. Ahí quedaron para la hemeroteca, por ejemplo, las hermosas palabras que le dedicó Rafa Mayoral (Unidas Podemos) al Gobernador del BdE en sede parlamentaria, cuando le llamó impresentable e instó a que se le corriera a “gorrazos”.
Para revertir la situación, y, entre medias poniendo en duda una vez más el crédito y la independencia del BdE, el Ministerio de Trabajo, con Yolanda Díaz a la cabeza, solicitó un segundo informe de evaluación al Think Tank ISEAK. Pero los resultados tampoco gustaron. Otra vez más se identificaba un impacto negativo sobre el empleo. Fue entonces cuando se decidió ocultar de forma deliberada ese segundo estudio a la ciudadanía hasta que el Consejo de Transparencia, a petición del Instituto Olstrom, determinó que debía de hacerse público, ya en septiembre de 2022.
El ejemplo anterior ilustra a la perfección esa izquierda alejada del compromiso con la razón y la deliberación de la que nos advierte Ovejero. Pero, como reza el subtítulo del libro de Guillermo del Valle, hemos de buscar razones contra la resignación; no hemos de cejar en la reivindicación de una izquierda con afán de mejora, pero también de verdad.
El camino, empero, no es fácil, y cierto es que las democracias, con sus sistemas de partidos y elecciones periódicas, tienden a cebar la miopía, el cortoplacismo, de los votantes. Tampoco hay motivos razonables para pensar que los partidos de izquierdas son especialmente inmunes a la dinámica de la zanahoria hoy y el palo mañana. Claro que es difícil contar la verdad de cara a los votantes y salir reelegidos. Bien lo sabe Jean-Claude Juncker. Pero no es menos cierto que hay conquistas sociales, ahora asumidas como evidentes, que en su momento se tenían por imposibles. Pregunten, si no, al 96% de votantes del Estado de Alabama que en 1962 quería negar a los estudiantes negros el acceso a la universidad. ¿Qué hubiesen pensado todos esos ciudadanos de anunciarles que apenas 50 años después sería Presidente de su país alguien como Obama? ¿Y todas esas mujeres que hace menos de un siglo seguían sin poder votar en España? ¿Qué pensarían cuando se les anunciase que en 2023 habría un partido como Sumar, con una mujer como candidata a la presidencia del país?
A la luz de lo anterior, coincidirán conmigo en que dirigirse a los votantes como adultos responsables no parece un imposible. Por otra parte, que una medida concreta conlleve ciertos costes, no implica que no tenga sus beneficios, o que la presencia y el tamaño de los costes no pudiese ser prevista de antemano. Esto es, de hecho, lo habitual en sistemas complejos y bajo incertidumbre como la economía. Y la subida del SMI no es una excepción. Si bien es cierto que todo apunta a que en este caso la subida del SMI tuvo efectos negativos sobre el empleo, no lo es menos que prever el efecto era difícil, sobre todo cuando flexibilizamos el modelo de competencia perfecta y aceptamos la posibilidad de cierto grado de monopsonio en el mercado laboral. Y es que, desde al menos 1994, cuando Card y Krueger, en un influyente trabajo, mostraron que la subida del SMI en Nueva Jersey no tuvo efectos sobre el empleo, son numerosos los trabajos, como los de Cengiz y otros (2021) y Neumark y Shirley (2022), que han analizado esta política sin llegar a un consenso claro. Hecho que, por cierto, señalan los propios investigadores del BdE en la misma introducción de su informe. Pero es que, además, el incremento del SMI claro que tuvo sus efectos positivos. No en vano mejoró las condiciones laborales de millones de trabajadores y contribuyó a reducir la desigualdad salarial (De La Rica y otros, 2021). Qué pesa más, si los costes o los beneficios, es algo que no está escrito en piedra caliza; es más bien una cuestión normativa que depende, en última instancia, de las preferencias de cada uno. Y sobre preferencias, sabemos al menos desde Arrow y su paradoja que no hay ningún método de agregación infalible, de lo que se sigue que hay espacio para el debate.
Ser capaces de defender los principios sin dar la espalda a la realidad debería de ser una prioridad, al menos para quien se tome en serio el ideal de emancipación. Esto es difícil, puesto que supone salirse de las dinámicas establecidas y previsiblemente penalizaría a nivel electoral, al menos en el corto plazo. A nadie le gusta escuchar que su pensión es demasiado generosa, esto es así. Sin embargo, tratar al votante como un ciudadano y no como un consumidor caprichoso, siempre con razón, es una noble aspiración, demasiado valiosa como para darla por quimera. Es momento de reivindicar una izquierda que rompa con los moldes, que sea capaz de defender sus principios, sus ideas, sin necesidad de falsear la realidad ni tratar a los ciudadanos como eternos adolescentes. En definitiva, urge una izquierda que se tome y nos tome en serio. Por lo pronto, me consta que El Jacobino está en camino.
Banco de España (2021):
https://www.bde.es/f/webbde/SES/Secciones/Publicaciones/PublicacionesSeriadas/DocumentosOcasionales/21/Fich/do2113.pdf
Card y Krueger (1994):
https://davidcard.berkeley.edu/papers/njmin-aer.pdf
Cengiz y otros:
https://www.nber.org/papers/w28399
De la Rica y otros (2022):
https://iseak.eu/wp-content/uploads/2022/11/the-impact-of-the-increase-in-the-minimum-wage-on-inequality-and-employment-2022-11-15-the-impact-of-the-increase-in-the-minimum-wage-on-inequality-and-employment.pdf
Neumark y Shirley (2022):
https://www.nber.org/papers/w28388
Rafa Mayoral
https://cincodias.elpais.com/cincodias/2021/06/08/economia/1623174591_080072.html
- Una izquierda para adultos - 12/12/2023