Buenos días, estimado Lector.
A poco que usted haya estado pegado a la actualidad seguramente habrá oído hablar sobre la polémica de las ayudas a las familias numerosas cobrada por algunos de nuestros políticos. Este caso se suma a un debate que lleva cierto recorrido sobre si las ayudas públicas deberían concederse en función exclusivamente de la renta en vez de otorgarse de una forma más generalizada. Y yo en estas líneas voy a defender la idea, quizás impopular y aparentemente contradictoria en alguien de izquierdas, de que no. Las ayudas no deben concederse solo en función de la renta.
Vayamos por partes, y empecemos por lo fundamental.
El primer punto que debe considerarse es cual es el objetivo que se pretende lograr con las ayudas públicas. Muchos pueden pensar que el objetivo de las ayudas es siempre “ayudar” al que menos tiene. Pero esto no es necesariamente así. Existen otros objetivos que la administración también debe promover, y el actual caso de las familias numerosas y la natalidad puede servir para mostrarlo. Tenemos el país más envejecido de Europa, y probablemente del mundo. Coincidiremos todos en que aumentar la natalidad debe de ser un objetivo común.
Pues bien, si planteamos una política con el objetivo de promover la natalidad el criterio para evaluar si esta funciona o no debe ser si logra aumentar esa natalidad. El de la renta de los perceptores debe de ser irrelevante o al menos secundario, ya que por muy de izquierdas que uno sea habrá que admitir que un niño más es un niño más, nazca en la familia que nazca. De esta manera si tenemos el objetivo de aumentar la natalidad y se diese el hipotético caso de que dar ayudas a familias con rentas altas promueve la natalidad entre ellas, es absurdo renunciar a esto por el único hecho de que tengan rentas altas.
Otra cuestión es que después evaluemos no solo la eficacia, sino la eficiencia (Si con la misma cantidad de dinero, se podría lograr aumentar más la natalidad centrando la ayuda en familias con menos renta, por ejemplo) Pero entonces el criterio no es la renta del perceptor, sino la eficiencia. Solo en el caso de comprobar que no influyese en el objetivo a lograr, léase natalidad, pero léase por ejemplo repoblación de la España vacía, o cualquier otro que se considere que debería plantearse, entonces sí, se debe distribuir las ayudas en función de la renta del contribuyente.
El segundo punto a considerar tiene que ver con la eficacia y la eficiencia. Para explicarlo quiero que piensen ustedes en la expresión “matar moscas a cañonazos”. La eficacia consiste en ver cuantas moscas se mueren. Si matas a la mosca, el sistema es eficaz. La eficiencia tiene que ver con los medios empleados para lograr el fin. Un insecticida habría matado la misma cantidad de moscas, pero habría sido más barato y no se habría cargado la pared de detrás: Habría sido más eficiente.
Planteémonos, esta vez si, una ayuda destinada a ayudar a la gente de alguna manera. Obviamente aquí el objetivo si es ayudar al que lo necesita y no a toda la población de forma generalizada. Que parte de esta ayuda recaiga en gente con rentas altas es poco eficiente. Debe por tanto intentar evitarse. PERO también está la cuestión de la eficacia.
Consideremos las ayudas a la gasolina que se han dado en estos meses de forma generalizada y criticadas por haber sido recibidas tanto por la gente humilde, como por quien conduce un Ferrari. Es evidente que ese no era el objetivo, ya que a quien conduce un Ferrari no le afectaba el problema de los precios de la gasolina, y por tanto la eficiencia de esta medida es por este lado mejorable.
PERO, hay que evaluar más factores. En primer lugar, poner un sistema limitado por rentas es algo complejo. Tiene un coste. Ese coste… ¿Es mayor o menor de lo que se va a las rentas altas? Recuperando el ejemplo (simple por necesidad) anterior: si la gente con Ferrari se ha llevado 200 euros en total y el sistema que vamos a usar para que a ellos no se les dé nos cuesta 300 euros estamos haciendo el tonto. Démosle la ayuda a todo el mundo que a quienes la necesitan le llegaran igual, y aun tendremos 100 euros más a repartir.
¿Cree usted, querido lector, que este ejemplo es absurdo? Pues en 2014 la ministra de Sanidad, Ana Mato, planteo un copago para las ambulancias no urgentes de 5 euros. Afortunadamente el consejo de estado se lo tumbo porque resulta que el sistema administrativo que había que instalar para cobrarlo era más caro que lo que se pretendía ahorrar con ese sistema.
Y además esta la cuestión de la eficacia pura y dura. Un sistema puede ser más eficiente pero su eficacia ser inferior y no bastar, y de esto también tenemos muchos casos. Si el sistema que se implanta para que las ayudas solo lleguen a las personas con rentas bajas es tan complejo que estas al final no pueden usarlo, ese sistema simplemente no sirve.
Si queremos ayudar a 1 millón de familias con ingresos por debajo de X e imponemos un sistema al que al final solo son capaces de acceder 100.000 de ellas…. ¿no sería mejor darle esas ayudas a todo el mundo y asegurarse de que así ese millón lo consigue?
Que a las familias con el Ferrari también les llegue esa ayuda ¿No sería un mal menor? Por supuesto a largo plazo lo que habría que hacer entonces es lograr que esas familias pudiesen acceder a las ayudas y los demás no. Pero para eso habría que hacer cosas como poner personal en la administración (si, hacen falta más funcionarios) que atiendan de forma más individualizada. Eliminar el despropósito de la atención solo online, y de la cita previa. Y un largo etc. que no va a desaparecer de la noche a la mañana. Así que mientras se mejora todo eso, si queremos ayudar a las familias con menos renta y asegurarnos de que pueden acceder a ellas, igual hay que asumir el mal menor de otorgar las ayudas de manera generalizada.
Y ya por último, está el debate de quienes son las familias y personas con “rentas altas”. Hace 2 días, tras el esperpéntico debate sobre que políticos habían accedido a las ayudas a las familias numerosas, leíamos que la ministra pretendía reducir estas ayudas y otorgarlas por renta. Eso no es necesariamente malo, si no fuese porque pretendía imponer el límite en una renta por familia de 26.000 euros. Es muy difícil no soltar un exabrupto cuando nuestros dirigentes sueltan semejantes disparates. Porque una cuestión es que no se ayude a las familias con más renta, y otra muy distinta limitar las ayudas solo a aquella gente que este al límite de la inanición.
Personalmente estoy muy cansado de leer noticias que califican de “ricos” a quienes tienen una renta por encima de la media cuando esta se sitúa en poco más de 40.000 euros. No, miren ustedes, quienes cobran 4000 euros (además normalmente brutos) al mes no son ricos, leñe. Evidentemente no son pobres, pero ser clase media no es ser rico.
Y ese es el problema de nuestra izquierda dirigente actual: Como no son capaces de tasar a quien de verdad tienen, intentan hacernos creer que un profesional liberal, o un empleado capacitado que tenga la suerte de cobrar un sueldo muy decente, pero no escandaloso, es “rico”.
Es más: buena parte de la clase media española, aunque por comparación con los salarios de miseria de muchos no lo parezca, también necesitan ayuda. Estamos exprimiendo tanto a las rentas medias que hoy una familia con lo que debería ser unos ingresos dignos de 30.000 euros tiene muchos problemas para llegar a fin de mes.
La limitación por renta de las ayudas tiene todas las papeletas para pasar a ser otro de esos temas de enfrentamiento entre las clases medias y las bajas: Y yo, querido lector, como persona de izquierdas, me niego a entrar en ese juego cuando las auténticas fortunas de este país se están riendo de nosotros, logrando con sus empresas beneficios récord trimestre tras trimestre.
Recopilando, querido lector, esas son las razones por las que no creo que las ayudas deban de otorgarse sólo (y remarco el “sólo”) por renta: Porque lo principal es el objetivo a lograr y no quien percibe las ayudas. Porque el otorgar las ayudas solo por renta puede no ser suficientemente eficaz, y porque cuando es suficientemente eficaz puede no ser eficiente. Solo si todo lo anterior nos determinarse que, si puede establecerse un límite de renta, entonces habría que asegurarse de al hacerlo, establecer correctamente el limite.
Espero querido lector haber logrado, si no convencerle, al menos haberle hecho reflexionar sobre ello.
Reflexionando, efectivamente, habría que estudiar cuáles son los objetivos de dichas ayudas y cómo de eficaces son de cara a fomentar dichos objetivos.
Personalmente no creo que el objetivo primario de dichas ayudas sea promover la natalidad. alguien con una condición de familia numerosa no va a tener hijos por el puro hecho de que el estado le dé una limosna. Y para alguien con una situación económica desahogada o sobrada, dudo que influya en su decisión el que el Estado le suelte algo de viruta. Mirando un poco por Internet, leo en la vigente Ley 40/2003, de 18 de noviembre, de Protección a las Familias Numerosas, en la exposición de motivos que “las llamadas familias numerosas presentan una problemática particular por el coste que representa para ellas el cuidado y educación de los hijos o el acceso a una vivienda adecuada a sus necesidades”. La Comunidad de Madrid, en su web oficial, señala que “Dentro de las diversas realidades familiares, las llamadas familias numerosas presentan una vulnerabilidad particular por el coste que representa para ellas… “.
Más bien parece que el ánimo de estas ayudas van en el sentido de proteger a las familias más castigadas en el ámbito de la vulnerabilidad económica y social. Con lo cual, sí que tendría sentido la limitación por renta.
Sobre los costes de gestión y filtrado, en uno de los anteriores artículos sobre Renta Básica, remarqué esta problemática de los subsidios condicionales
Gracias por su comentario.
Efectivamente tiene usted razón, ya que en este caso concreto el objetivo declarado de las ayudas eran ayudar a las familias vulnerables.
No obstante he querido aprovechar la ocasión para hacer una reflexión mas general. Espero haber logrado que se entendiese.
Un saludo.