Pablo Lois |
Situación. De la derecha no vamos a pararnos a hablar demasiado en este caso. La derecha, en sus posiciones ultraliberales, no va a afrontar los problemas fundamentales. Sus intereses van en otra dirección; que el juego del mercado se desarrolle con los mínimos impedimentos, para que el que esté bien situado siga bien, y mejor si puede ser, y el que no lo está, se conforme en la remota esperanza de pertenecer algún día al grupo de los favorecidos. Vendiendo el mantra de: si quieres puedes, y si no lo consigues, algo has hecho mal y es tu culpa.
En lo que se refiere a la izquierda, tenemos un partido de curiosas siglas, ya que ni es obrero, ni es socialista, y cada vez es menos español; por favorecer a aquellos que tienen como primer punto en su agenda la desintegración del país. Por otro lado, tenemos a un partido nacido de un movimiento temporalmente ilusionante, que, con el tiempo, se fue desdibujando por completo hasta convertirse en una caricatura de lo que podía haber sido; en total connivencia con las fuerzas nacionalistas secesionistas periféricas y entregado a mil batallas fútiles, que apenas tienen un impacto real sobre la calidad de vida de los ciudadanos.
Por terminar con este apartado, también hay una serie de partidos con menor alcance en este momento, que se posicionan un poco en la estela del anterior, pero buscando su identidad añadiendo algún rasgo que le haga, al menos en teoría, diferentes, pero sin salirse de la línea general impuesta de pensamiento, para no descarrilar.
Mientras tanto, muchos ciudadanos, esperamos que alguien de verdad sepa priorizar y afronte, con convencimiento y de forma racional, alejado de bajas pasiones y populismos, lo que de verdad importa.
Lo que importa. ¿Por qué es lo que importa lo que de verdad importa? La respuesta es sencilla: porque tiene un efecto evidente y notable sobre la calidad de vida de las personas.
Lo que de verdad importa es que haya una redistribución efectiva de la riqueza, para que nadie tenga que vivir en condiciones precarias. Si profundizamos un poco más en este punto, importa, y mucho, que los servicios básicos sean de calidad y al alcance de todos los ciudadanos del país (incluida la electricidad); que la gente pueda acceder a la vivienda; que los jóvenes, y los que no son jóvenes, tengan oportunidades laborales; que la gente no deje de tener hijos por la incertidumbre, por no saber si va a poder conciliar y garantizarles unas condiciones mínimas de vida; que nadie se enriquezca a costa de robar calidad de vida a los demás, disparando el precio de servicios fundamentales, como la vivienda o la electricidad. Eso importa. Importa que haya un Estado unido y fuerte que pueda proteger a la gente de las agresiones que pueda sufrir de fuerzas y entidades que solo buscan hacer crecer hasta el paroxismo sus beneficios, sin otras consideraciones. Importa que, en el tablero de juego, como en cualquier juego, haya unas reglas que no se puedan transgredir, para que el partido sea justo para todos.
Lo que importa menos. Habría que analizar por qué se ha dejado de luchar por lo que de verdad importa y, en su lugar, se lucha en otras batallas que, en este momento y en este lugar llamado España, con sus condiciones actuales, no son prioritarias ni tienen, como decíamos, un impacto favorable, que se pueda sentir, en la vida de la gente.
La primera razón posible es la frustración; preferir luchar batallas que sé que puedo ganar, aunque sean menores, que enfrentarme a otras que no he sido capaz, o no me considero capaz, de afrontar con éxito. De esta forma, continuamente puedo vender a mi público éxitos en aspectos que, aunque no tienen gran alcance real, si tienen un gran impacto mediático y a nivel de imagen.
La segunda, pero no menos importante, es una gran deriva ideológica, que ha dibujado de forma muy rigurosa, cuál debe ser el ‘manual’ de todo aquel que se haga llamar progresista, de izquierda, etc. Es un ‘paquete’ que se debe comprar completo, ya que, de no ser así, se pierde inmediatamente el favor, el carné de progresista, y se puede recibir rápidamente el apelativo multifunción del momento: facha/fascista.
Lo que importa menos, son temas, en ocasiones mal planteados, y en otras ocasiones directamente lejos de las prioridades reales de la gente. Temas que son explotados y manoseados mediáticamente hasta la saciedad, y que debes compartir, sin moverte de la línea marcada, si quieres ser una persona de bien.
¿Y qué hacemos ahora? La buena noticia es que siempre hay alternativas, siempre hay opciones en las que seguir trabajando para conseguir poner en el foco las cosas realmente importantes, y así conseguir lo más importante, incrementar la Calidad de vida de la gente en un marco de justicia y seguridad.
Se deben plantear alternativas racionalistas, alejadas de las bajas pasiones que se explotan de forma permanente en política para atraer seguidores; alternativas que pongan encima de la mesa, sobre todo lo demás, lo que de verdad importa; con coherencia e integridad, sin importar el grado de apoyo que se tenga en un momento determinado, ya que las cosas pueden cambiar rápido, y la gente será capaz de ver, antes o después, la realidad, más allá de todos los velos y fuegos de artificio mediático-políticos.
Y hace falta unidad; solo a través de la unidad se pueden conseguir grandes cosas. Por eso, los grandes poderes disfrutan y fomentan la división: unas regiones contra otras, unos géneros contra otros, unas religiones contra otras, unos colores de piel contra otros, etc. Y el progresismo ‘oficial’, siguiendo el juego. Debemos estar unidos en unos valores básicos y universales de justicia, unidad, fraternidad, para conseguir que, lo que hoy parece una utopía, sea algún día una realidad. Que lo que de verdad importa, pertenezca a todos, y no nos lo vuelvan a arrebatar.
Pablo Lois
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