
La ¿izquierda? frickiana
Javier Maurín | Resulta desesperante tener que volver sobre algo tan básico que ya se pensaba superado. Pero el crecimiento en España de los nacionalismos -tanto el nacional como los fragmentarios- hacen resurgir el racismo con sus discursos de sustrato etnicista; tanto el clásico, de cruz ardiente, como el renovado progre, importado desde Estados Unidos y Canadá.
Comenzando por el subsótano del antirracismo, para despistados o desnortados, parece necesario explicar que las clasificaciones raciales se abandonaron hace tiempo, entre otras cosas porque utilizar fenotipos -como el color de piel, rasgos faciales, cabello, color y forma de los ojos- para encasillar a los seres humanos es erróneo e impreciso, pues aquello que se consideró tradicionalmente como “razas” no difieren biológicamente entre ellas ni existe un fenotipo que determine los demás.
En un arrebato de sinceridad, Teresa Rodríguez nos deleitaba con un tweet de profunda reflexión sobre dos de los españoles que habían logrado medalla en representación de nuestro país: Ana Peleteiro y Ray Zapata.

Hermosa la potencia representativa de personas afrodescendientes en el medallero español. Ojalá más visibilidad en el resto se aspectos de nuestra vida pública. ✊🏿❤ Black power!https://t.co/E8GbmlMbl8
— Teresa Rodríguez – Adelante Andalucía ۞ (@TeresaRodr_) August 6, 2021
Ana Peleteiro es española de origen, nacida en Riveira, municipio de La Coruña (Galicia). Hablar de afrodescendencia en una española es un acto de hipofiliación al más puro estilo del racialismo estadounidense: asignar un estatus racial a los hijos de padres de diferentes procedencias automáticamente en el grupo minoritario. Remontarse a los ancestros de una ciudadana de pleno derecho, por lejanos que sean, para asignarla una etiqueta con supuesto afán demeritorio.
Y luego está Ray Zapata, que nació en República Dominicana, vino a España con 9 años y con 12 ya entrenaba en un Centro de Alto Rendimiento de Barcelona. Para la señora Rodríguez, un español de origen dominicano también es un afrodescendiente. Parece que cuando esta representante de la “izquierda” racista -si es que esto fuera compatible- ve una plata olímpica en el cuello de un señor que no es lo suficientemente blanco para encajar en su concepto de español, siente la irrefrenable necesidad de remontarse en el linaje de nuestro subcampeón hasta llegar a un supuesto antepasado que fue secuestrado de África para ser esclavo o vaya usted a saber qué película. Tremenda y delirante imaginación. Eso o que no sabe ubicar la República Dominicana en un mapamundi.
Me preocupa profundamente que se normalice una “izquierda” con un discurso que te firmaría un señor encapirotado del Tennessee más profundo. Esta gente se sentiría como pez en el agua colgando etiquetas a la gente en la Oficina del Censo estadounidense, donde aún siguen preguntando si es uno blanco, negro o amarillo. Discursos en apariencia inocentes y bienintencionados que acaban por convertirse en mayoritarios y transmutándose en lo mismo que, supuestamente y no se sabe bien de qué manera, pretenden combatir.
Pero Teresa Rodríguez y el nacionalismo andaluz no es único en estas actitudes, ni siquiera es nuevo. Simplemente es el último ejemplo. El último ejemplo del bochornoso racismo nacionalista que la izquierda institucional se empecina en obviar: tenemos ahí al nacionalismo gallego -autodenominado de izquierdas- que se cree heredero de los mismos suevos llamando al resto de españoles visigodos, el nacionalismo catalán -autodenominado de izquierdas- orgulloso de nosequé diferencias genéticas o el nacionalismo vasco -unos autodenominados de izquierdas y otros de derecha pero con los que no importa pactar- de apellidos y grupos sanguíneos.
Se hace imprescindible revisar, de una vez por todas, el apelativo izquierda a esta gente que está más cerca de las leyes de pureza racial de Wilhelm Frick que de cualquier mínima noción de igualdad republicana. Si tenemos claro el rechazo a los que se creen descendientes puros y directos del mismísimo don Pelayo, no debería costar tanto repudiar a estos otros especímenes de una ideología caduca, feudal y extremadamente dañina para una sociedad que desee ser, al menos, medianamente democrática. Pero el colmo ya es que los que poseen semejantes discursos, encima se digan de izquierdas y se les considere la vanguardia del republicanismo.
Es para hacérselo mirar.
Javier Maurín
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Totalmente cierto. Añadiría que los amigos de diferenciarse siempre lo hacen pensando que ellos mismos son distintos y por supuesto, mejores que el resto.
Es que si el autor ni siquiera sabe lo que significa afrodescendiente.
Te has dejado a las y los canarios. “Ellos”, que se consideran descendientes de los Guanches y el resto, que somos los godos.
Cierto. Son otro ejemplo.