
De peajes y peonadas
Oscar Cerezal Orellana | Cada cierto tiempo nos llegan globos sonda de nuevos impuestos o tasas. ¿La última? La imposición a partir de 2024 del pago a los usuarios de las autovías. Así a lo grande. ¿Qué pagos? ¿a qué usuarios? ¿en que modalidad? Eso son minucias que ya dejarán para más adelante. Si es que lleva a ponerse en práctica, claro.
En el caso de las carreteras tiene viso de veracidad, más que nada porque formaba parte de la extensa letra pequeña con que los fondos europeos de recuperación y resiliencia estaban supeditados. ¿O es qué se creían ustedes que Merkel o los simpáticos holandeses habían accedido a esa disposición de fondos a fondo perdido? Pues me temo que no. Tenían letra pequeña en forma de reformas, que es la forma resiliente de decir recortes y nuevos impuestos a las clases medias y trabajadoras que somos quienes pagamos la fiesta. Porqué de reformas fiscales profundas para pagar menos o mejor o cuanto menos de forma más progresiva no venía nada de nada. Ni para armonizar fiscalmente nuestro país con otros paraisos del fraude dentro la Unión Europea ni tan siquiera para hacerlo entre regiones limítrofes en España. Eso sería de un rojipardismo insoportable para la burocracia bruselense y las consultoras a la sombra de las estrellas de la bandera europea.
Lo de los peajes en las carreteras además tiene los ingredientes típicos de un producto manufacturado por los estrategas de la agenda 2030. Primero te explican en unas tertulias que el coste del mantenimiento de las carreteras es insoportable. Luego te sacan varios artículos sobre lo que afecta la contaminación de los desplazamientos por carretera. Después sale un alto cargo de algún ministerio diciendo que Europa nos exige medidas de control para paliar las dos cosas anteriores en virtud de alguna cumbre europea. Y tras una nueva ronda para generar opinión y polémica ya es cuando aparece un cualificado miembro del gobierno de turno diciendo que “ya si eso” para el 2024 hay que poner peajes porque “quien contamina paga” y que ese dinero de mantener las carreteras “hay que destinarlo a ayudas sociales”. ¿Algún detalle más del como? Ya si eso…
Y he aquí donde viene la gran falacia e injusticia. Primero porque esta medida como otras muchas es profundamente lesiva y regresiva dañando otra vez a la inmensa mayoría de las clases medias y trabajadoras, que ya soportan el mantenimiento de las carreteras con sus impuestos directos e indirectos y que son quienes mayormente las usamos y a los que cualquier otro pago directo sobre lo mismo resulta gravoso y más en un periodo de perdida galopante de poder adquisitivo, inflación creciente y precio de los carburantes por las nubes. La visita al pueblo o el desplazamiento laboral de quienes no pueden pagarse unos billetes de AVE o un avión será cada vez más un artículo de lujo.
Sin obviar que por esas carreteras se desplazan miles de transportistas que son quienes suministran los alimentos y productos esenciales a la población española, por tanto todos somos beneficiarios de que esas vías estén en buen uso sin entrar ya en que cualquier nueva tasa se sumará a los valores añadidos al precio final de los bienes de consumo.
Puedo llegar a entender que quienes viven por encima de los 60.000 euros al año de salario y son habituales de la sala vip de aeropuertos y estaciones de tren no vean que escándalo puede suponer pagar, ya sea con viñetita o por km, al vecino de turno el desplazamiento en su diésel de 10 años al pueblo los fines de semana o para el que con su furgoneta reparte a destajo quitándose el hambre a volantazos. Pero al menos que lo disimulen y no nos vengan con su superioridad moral a decirnos que es por nuestro bien.
Esto del globo sonda de peajes en las carreteras es otra peonada más que las clases populares tendremos que pagar por las políticas clasistas y elitistas de los que viven en un erasmus permanente a costa del contribuyente.
Recordad que en Francia por temas menores la gente se enfundó en sus chalecos amarillos. Veremos si aquí no hay que promover algo parecido, aunque tengamos que escuchar que eso de oponerse a que se siga castigando donde más duele, en el bolsillo, a quienes no tienen para el puente aéreo, coches hibridos o eso de ir en bici a currar todos los días se cuesta arriba es algo impropio de progresistas modernos. En definitiva que somos unos fachalecos. Del color que sea.
Oscar Cerezal Orellana
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