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Óscar Cerezal Orellana | De nuevo ¿cuándo no? está abierto el debate sobre la territorialidad de España al hilo de la financiación autonómica y los conflictos sobre paraísos fiscales en unas Comunidades u otras. Las políticas fiscales del PP madrileño, ajustadas a los límites que la legislación estatal permite y favorece, son usadas ahora como arma arrojadiza por parte de su oposición y de los gobiernos afines a la misma para acusar a Madrid de ejercer una competencia desleal que limita el desarrollo y el futuro del resto de las regiones españolas.
¿Verdad o mentira? Pues puede decirse que es una verdad a medias o una gran mentira, depende de como se quiera interpretar, porque es verdad que hay una competencia desleal entre comunidades autónomas, pero esta existe porque es la base de nuestro sistema autonómico que les otorga determinadas competencias entre las que están el fijar ciertos grados impositivos. Si desde la izquierda gobernante se considera inapropiado que unas Comunidades Autónomas hagan uso de las prerrogativas que le otorga la legislación vigente para eliminar ciertos impuestos etc., la solución es sencilla: modifiquen esas normas y dejen una sola fiscalidad igualitaria en todos los territorios del país que además sea progresiva para todos los ciudadanos sin distinción de donde residan y sin permitir que las Comunidades Autónomas más ricas puedan hacer “regalos” fiscales a costa de perjudicar la zonas limítrofes que no pueden permitírselo y por tanto a sus habitantes.
Pero no. Es mejor seguir con las “banderías” y los ¡y tu peor! que no aportan nada de mejora al sistema, pero sí mantienen entretenidas a las tropas afines. Y evidentemente entre las críticas al “paraíso fiscal” madrileño no hay forma de que escape una mínima mención, aunque sea de refilón, a otros paraísos creados, no en 7 días, pero sí reforzados en estos últimos años, gracias al sistema de cupo vasco o a la foralidad navarra. Y si algún insensato se le ocurre mencionar los supuestos “derechos históricos” decimonónicos de las comunidades autónomas vasca y navarra como algo anacrónico y poco de izquierdas será tildado de faccioso y reaccionario. ¡Cosas veredes, Sancho!
¿Y los municipios? Con la enésima promesa incumplida de una financiación adecuada y ajustada al catálogo de servicios que se prestan. Catálogo que ante la inacción autonómica y la presión social que ha convertido a los Ayuntamientos en una empresa prestadora de todo tipo de servicios: culturales, deportivos, sanitarios, de ocio… más los que por ley le competen de forma exclusiva, que se añaden a los muy necesarios refuerzos educativos y sociales que las administraciones autonómicas no cubren con parámetros dignos de su importancia.
La experiencia de muchos años en la gestión de servicios públicos me dice que las administraciones están mal dimensionadas tanto desde el punto de vista de la operatividad competencial como de la financiera y esto es así porque el invento de la descentralización autonómica se hizo desde un prisma meramente político y no tuvo en cuenta ni la verdadera y necesaria cercanía de la administración con los ciudadanos ni la adecuación a nuevos modelos de prestación de los servicios. Todo al albor de unas “elefantiásicas” administraciones regionales, tanto lo político – con parlamentos inoperantes en los legislativo y cientos de cargos de partido colocados en consejerías y empresas auxiliares – como en lo económico – como se ha demostrado en la pandemia donde los recursos no han estado disponibles para lo urgente y lo importante sino ocupados en el propio mantenimiento de la estructura – que no sirven para afrontar los retos del presente pero aún menos para los del futuro.
Si quienes creen – al menos un poco, aunque sea de boquilla – en la necesidad de unos servicios públicos potentes, óptimos y cercanos a los ciudadanos no ponen encima de la mesa la necesidad no ya de una profunda reflexión sobre nuestro sistema administrativo sino de una reforma a fondo de todo lo que no funciona de arriba a abajo, anteponiendo a los intereses de partido los de los administrados, vendrán otros y con un amplio aplauso ciudadano harán esos cambios más pronto que tarde. Porque, aunque a veces parezca mentira, se puede engañar a unos pocos durante un tiempo, pero no a todos todo el tiempo. Y el modelo administrativo que rige actualmente en la nación española es caro, ineficaz y socialmente injusto. Con todas sus letras.
Óscar Cerezal Orellana
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Muy bueno.
Y se supone que conoce usted bien el paño